miércoles, 9 de enero de 2008

El peso de la culpa

Se rasca la cabeza. Se la rasca una y otra vez hasta arrancarse un mechón de pelo. Ha estado haciendo esto mismo desde hace varios días, lo ha hecho tantas veces que casi se ha quedado calvo, pero la comezón de la conciencia no lo deja en paz.

¿Cuantas veces pensó que lo que hacía no tenía sentido? ¿Cuantas más se acostó a dormir sin conciliar el sueño? ¿Cuantas veces escuchó esa voz interna que le repetía una y mil veces acerca de su error? Pero esos eran solo sueños.

Desde hace días que las voces se apagaron. Ahora está solo y deambula por las calles de la conciencia llamando a voces sin obtener respuesta. Se ha apartado de si mismo hasta quedar vacío, con la mente seca y la piel ardiendo a causa de esta culpa que no lo deja tranquilo.

¿Por qué nadie les advierte que esta tortura ha de llegar? ¿Es esta gente tan cruel, que es capaz de verte al filo de la muerte sin alertarte del peligro? ¿Por qué la muerte misma se apodera de tu mente y te deja en vida para sufrir los castigos de la providencia? Pero eso pasa en los sueños únicamente.

Con un último suspiro, al cual ni una sola gota de sufrimiento llega a cubrir su ausencia, abre las manos para dejarse caer a ese espacio entre la nada en cuyo fondo encuentra el final de sus pensamientos.

1 comentario:

  1. La muerte toma por sorpresa a cualquiera, lo mejor es tener una vida digna y disfrutarla.

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